28.10.21

Garabandal y la tormenta sobre España

El 18 de junio de 1961 tuvo lugar la primera aparición de San Miguel Arcángel. En Garabandal, San Miguel se apareció durante varios días a las cuatro niñas con el fin de prepararlas para la venida de la Virgen María en la tarde del domingo, 2 de julio de 1961. Pero sólo 16 días más tarde se produce el primer intento de atentado de Eta, contra el tren que llevaba a cientos de excombatientes de la guerra de España, y que iban a celebrar en San Sebastián la conmemoración del Alzamiento. Si bien eta no nació estrictamente en un seminario sí es cierta toda esta secuencia:

La I Asamblea de eta se celebró en la abadía de Belloc, mayo de 1962, en el Laburdi francés, la IV comenzó en la Casa de Ejercicios de los jesuitas en Loiola y luego terminó en una cabaña de las campas de Urbía, muy cerca del santuario franciscano de Arantzazu. La V Asamblea comenzó en una casa rural de Gaztelu, bendecida por el cura de la localidad guipuzcoana, que ingresó en esa convocatoria en la organización. La segunda parte de la asamblea tuvo lugar durante la Semana Santa de 1967 en la Casa de Ejercicios de los jesuitas en Getaria. El susodicho cura de Gaztelu celebraría misa el día de Jueves Santo en plena reunión.

A la vez las apariciones se dan simultáneamente con el Concilio Vaticano II. La coincidencia de fechas, bien antes o durante hechos significativos, en materia de apariciones de la Virgen, siempre es un signo de qué motiva cada aparición. Por eso esta coincidencia con el inicio de Eta, que atormentaría a España durante décadas no puede ser casual, las apariciones siempre responden a un contexto muy grave, ya en Ezkioga en 1931, inico de la II República española, Kibeho, Ruanda, muy poco antes del genocidio, Medjugorge poco antes de la guerra en la exYugoeslavia.

Eta no sólo asesinó a más de 800 personas sino que fue un ariete al que le dará el empujón el clero, y será ayudada de muchos modos, incluso con integración de clero y religiosos en comandos, hasta el punto de que en 1973 morirá por la guardia civil un exbenedictino, siendo máximo jefe de eta.

Pero esta intervención de eclesiásticos y laicos, quedará sepultada para no dañar la imagen de la iglesia, y porque al fin y al cabo no estaba todo el clero vasco implicado, algo parecido a lo ocurrido con los abusos sexuales a niños. Dos episodios ultrasignificativos serán el que la virgen de Aranzazu esculpida a la entrada del santuario en Guipuzcoa, se hizo como homenaje encriptado al primer muerto de eta, lo que se sabe por revelación del escultor, Oteiza. Y otro caso muy significativo es que la “central” ideológica de lo que nos llegaría, estuvo en la abadía de Belloc en Francia, benedictina, que partió de un historial de ayuda al maquis contra los nazis y lo trasladó al caso vasco, como si fuera lo mismo, siendo el caso que uno de los novicios dejó la abadía para integrarse en el sangriento comando itinerante de Parot; después dejó las matanzas y simplemente se volvió a la abadía a retomar los hábitos sin el menor reparo.

La cercanía entre Santander y el país vasco tampoco puede ser casual; es de manera indirecta como la Virgen se expresa en materia de identificaciones, para no dar pábulo a generalizaciones injustas, pero ahí está el signo para el que quiera verlo. Es lo mismo que con las fechas.

Y no sería simplemente que la Virgen venía a avisar sobre lo del país vasco, aunque diciendo sin decir, lo volverá a hacer apareciéndose una década después en la misma Vizcaya, apariciones de Umbe. Porque el país vasco venía gestando desde los mismos aparatos de iglesia un rumbo ajeno al evangelio, pero disfrazado de evangelio, que perdura hasta hoy, con las cifras de descristianización más altas de España junto con Cataluña, donde también se manifestaría la Virgen en otras apariciones de los años 70.

De manera asombrosa, dado el número de pruebas y los miles de testigos, lo que hace la Virgen en Garabandal se ve sometido a sospecha extrema. El obispo de Santander, sucesor de aquel cuya famosa comisión llevó a Conchita a las playas y fiestas santanderinas y le hace negar las apariciones, monseñor Cirarda, hará enviar desde el Vaticano una misiva a todos los obispos del mundo que, aún sin valor canónico, llevaba el membrete de una instancia elevada, confunde, y tiene el efecto de paralizar las peregrinaciones incipientes preparadas desde muchos obispados. Esta misiva publicada además en el diario católico ABC, leído lógicamente por toda la inteligentsia católica de la época (1968), provocará la interdicción si no de pleno valor jurídico, y la estigmatización; esto no era fenómeno nuevo sino que había sido la tónica sin excepciones a toda manifestación pública de la Virgen desde finales del siglo XIX hasta hoy, haciéndose intervenir a la fuerza pública inclusive (con casos como el de Archena).

Cirarda sería uno de los dinamizadores de la nueva tendencia eclesial en España, escribió en sus memorias cómo se declaró partidario de que todos los prelados debían pedir perdón, "por no haber sabido ser pastores de paz", en aquella terrible guerra civil; como que habrían incitado a la guerra, ellos que pusieron siete mil mártires. 

En Santander, Cirarda había sustituido al valenciano Puchol, tan rígido reformador posconciliar que cuando murió en accidente de tráfico, se atribuyó que Dios le había castigado. Para ayudarse, Cirarda se llevó a Santander a José María Setién como vicario de la diócesis, negador -cuando pasó a obispo- de que se celebrasen funerales públicos por los asesinados. Cirarda era catedrático en la Pontificia de Salamanca y fue más tarde obispo de San Sebastián, también muy polémico. "Cosas que se hacían bien (donde los vascos), sonaban mal en Cantabria”. Sería también el narrador para la iglesia de España de los debates del Concilio, y luego se convertiría en el segundo de a bordo de monseñor Tarancón cuando la transición.

Todo lo anterior se expone no con ánimo de suscitar indignación, pues al fin y al cabo, son necesarios los sayones y todos los demás en la Pasión de Cristo y de su Madre, y todo es conducido por Dios para la criba de los que se dicen seguidores suyos. Se expone para que introduzcamos en la agenda explicativa de Garabandal que la Madre hizo milagros y pedagogía y sobre todo advirtió para no seguir adelante en un camino que los propios contemporáneos ignoraban en sus verdaderas dimensiones y gravedad, cuando el pueblo creía en la santidad de toda sotana. Unas reflexiones que no pueden ser abordadas por clérigos, pues bastante contradicción tienen con la referencia de tanta maravilla en el pueblecito de Santander, como para incluir la admonición a los jefes de la iglesia, sus superiores, con poder para retirarles todo sustento.

Garabandal era el segundo aviso, tras lo dado a través de sor Lucía en Pontevedra. En aquel panorama sólo Sor Lucía de Fátima se había atrevido, un ya lejano 4 de mayo de 1943, a enviar una advertencia de Nuestro Señor a los obispos españoles. Su carta decía: “Determinen una reforma del pueblo, clero y órdenes religiosas. Desea que se haga comprender a las almas que la verdadera penitencia que El ahora quiere y exige consiste, ante todo, en el sacrificio que cada uno tiene que imponerse para cumplir con sus propios deberes religiosos y materiales. Si los señores obispos de España no atienden sus deseos, ella (Rusia) será una vez más el azote con que Dios los castigue”, mensaje que no consta tuviera el mínimo eco y que parecía de imposible realización por el aparente dominio de situación de la iglesia gracias al brazo armado secular. 

Pero Rusia no tenía porqué ser externamente país invasor, como la de la época de Stalin, sino como instancia disolutoria, por sí o por sus discípulos. Ninguna casualidad que en los mismos años 60, los militantes católicos obreros iban incluso por delante de los comunistas originales, creando sindicatos ilegales como el hoy hegemónico CC.OO., bajo ropaje de la Hoac y Joc; creyendo evangelizar fueron ellos los abortados y extendieron el escándalo por toda la sociedad católica, excepto un pequeño resto, en una historia reciente ya de sobras conocida. Todavía la hoac moderna publicaba en 2016, en modo elegía, los recuerdos de un cura líder del activismo religioso de los 60 y 70 dinamizando huelgas en zonas industriales del país vasco, con la impunidad que daba lo que se ha llamado el blindaje de la sotana y aplicando lo que ha quedado como residuo en la nueva era más pacífica pero que administra el tipo de fe, de iglesia, de moral, etc. que es residualista y antropocéntrica  respecto al conjunto de la verdad recibida.

Y el castigo por medio de Rusia, no sería necesariamente la persecución sangrienta y la guerra; en la nueva época anticipada iba a ser mucho peor, el cautiverio de las almas y la extinción de las estrellas celestes, por abandono vocacional, por adhesión a la tergiversación o por abandono de la función de vigilancia sobre la grey.

Garabandal ha supuesto para quienes lo han aceptado, una fuente de oxígeno en el gran marasmo de todas estas décadas, centrando la Virgen sus mensajes y acciones en Sí y en su Hijo, sobrenaturalizando, diciendo mucho, pero sin debatir con el demonio, como tanto se ha hecho. Ella Luz y guía, y sostén en la obnubilación general. Incluso si hubo intentos de apropiación cismática (siempre hay intentos de apropiación de las apariciones) ellos quedaron no como el hecho central y la Virgen dio las claves de interpretación ajena a todo rigorismo, las mismas que valen contra todo lo que sea reducirla a instrumento de los más diversos grupos.

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