He aquí una visión unos dos meses antes de la renuncia del Papa. El demonio recorría la tierra devastando a la iglesia después del Concilio, pero de repente se sobresaltó dándose cuenta de que había olvidado en sus empeños al mismo Vaticano, de modo que volvió rápidamente allí. Una farola de hierro pero inclinada, con una tulipa de bellísimo cristal, casi un diamante, estaba al pie de las escalinatas que llevaban al Vaticano. La farola significaba a la Virgen, hierro y diamante luminoso, pero inclinada a la altura de los hombres.
Tras la enorme devastación posterior al Concilio -no decimos por causa de él sino porque fue tomado como excusa en tiempos de gravísima confusión- el demonio será operativo de un modo nuevo en el centro neurálgico de la Catolicidad. Ciertamente nunca ha dejado de haber pecado allí como entorno también humano que es, pero ha sido un espacio de disputa entre buenos y malos pastores. Ese modo nuevo parece presagiado en numerosas profecías: dos papas, cisma y apostasía central. Sin embargo, las profecías no son automáticas, es preciso rogar por el Papa siguiente, que sea sabio, justo y prudente.
El Papa actual seguirá siendo Papa y Romano Pontífice extrañamente, ya que seguirá llevando esos títulos, aunque con la apostilla de emérito. Cualquier desviación del nuevo Papa, o cualquier cosa que pueda ser malinterpretada y se invocaría la legitimidad del Papa emérito. Las condiciones para el cisma están dadas, por más que Benedicto quiera guardar completo silencio. Y en todo caso, la renuncia no soluciona los problemas de la articulación eclesial de Roma en modo alguno. El pontificado de Ratzinger alegró a la mayoría porque parecía ser el hombre de garantía de la ortodoxia, y ha sido bendición haciendo honor a su nombre, sin embargo la división de la iglesia no podía ser resuelta ni lo podrá ser por el nuevo papa. El legado desacralizador bajo la excusa del Vaticano II seguirá adelante. El proyecto de la nueva Roma será llevar a sus últimas consecuencias lo iniciado: no distinguir sagrado y no sagrado, convirtiéndolo en la nueva ortodoxia.
Habrá un falso dilema, si ser de la iglesia desacralizada o de la sacra, la primera ya tiene sus legiones en formación. Pero será falso dilema si miramos con los ojos del Cielo que nunca ve facciones en sus hijos. El católico consciente de los próximos tiempos tendrá el ejemplo de Jesús, que transitaba en medio de samaritanos, galileos, saduceos, romanos. Quienes se sitúen como miembros de facciones, sólo con eso errarán, ya se pretendan de la iglesia desacralizada o de la sacra, aunque eso sí por mucho que estén por encima de los dilemas, habrán de sufrir viendo la locura de los tiempos.
En todo caso, la Iglesia tiene que pasar por la pasión misma del Señor. Creo que ahora estamos en la fase del abucheo generalizado como el Señor en medio de las turbas manipuladas por los fariseos, y en la cobardía de los discípulos. Próximos a la subida al Calvario. Pero es para eso para lo que esta la iglesia, tras sus tres años de vida pública (sus dos mil años), ser conducida al martirio por los pueblos a los que benefició en la historia.
Buenas. Gracias por el post. Le quería consultar, ¿cuál es la fuente que sustenta esta afirmación: "Cualquier desviación del nuevo Papa, o cualquier cosa que pueda ser malinterpretada y se invocaría la legitimidad del Papa emérito."? Desde ya muchas gracias, saludos
ResponderEliminarExisten precedentes sobrados en la historia de la iglesia, época del cisma de occidente. Ya hoy hay quienes consideran que hay sede vacante, aunque no es así desde luego. El código de derecho canónico parece dejarlo todo muy claro, pero todo se reanaliza, hasta las escrituras para llevarlas a decir lo que no decían los evangelistas.
ResponderEliminarSi el papa se quita y se pone, se sienta un precedente para utilizarlo en presiones futuras, o bien en desafecciones que invoquen una legitimidad de tradición.