2.4.13

La razón de saber las cosas por Dios y no poder convencer a otros de ellas

En el siguiente texto San Juan Bautista de la Concepción, reformador de los trinitarios, expone cómo se tiene evidencia por Dios mismo de cómo deben ser las cosas en materia de cosas divinas, pero los humanos con mando disponen según un saber y entender humano; está impotente viendo cómo deben hacerse las cosas, pero sin poder explicar que tiene conocimiento divino de las mismas, porque se lo negarían y lo atacarían, por lo cual debe callar. Y de resultas de obras hechas sin conocimiento divino resultan rumbos torcidos y amenaza de ruina total. Pero Dios lo solventa finalmente con su facilidad divina. Hay quien ha experimentado esto mismo y cómo es así exactamente. Con las palabras del santo se tiene la razón de porqué saber las cosas por intuición divina si no se puede aconsejar sobre ellas: CAPITULO DE UNA MORTIFICACIÓN QUE AL SIERVO DE DIOS SE LE OFRECE VIENDO LAS OBRAS DE DIOS SUJETAS A LA PRUDENCIA HUMANA Y PARECERES CORTOS DE LOS HOMBRES, CONOCIENDO CUÁNTO DISTA LA SABIDURÍA DE DIOS, SUS JUICIOS Y PROVIDENCIA, DEL INGENIO LIMITADO DEL HOMBRE 1. Una mortificación se le ofrece al varón perfecto en orden a la disposición de las cosas según Dios es servido dárselo a conocer en la oración. y es la mortificación cuando el tal varón espiritual ve exteriormente guiar y enderezar las cosas según prudencias humanas y según justicia y ley ordinaria por los caminos que los hombres alcanzan, y por otra parte ver y conocer interiormente que aquello dista de lo que Dios pretende y quiere como dista el cielo de la tierra y que, cuando más acertados, los juicios humanos se quedan cortos de los divinos infinitamente, sin les poder dar alcance los unos a los otros, y que es fuerza a quien esto conoce dejarlo caminar por donde los hombres guían, sin haber cosa con qué parar o hacer fuerza para que echen por la parte extraordinaria. Y es cierto si en el tal caso Dios no consolase a un d alma a quien Dios hace merced de le dar el tal conocimiento, aunque sea en obscuridad y tinieblas, en confuso y como a carga cerrada, el abismo de los juicios de Dios, su eterna e infinita sabiduría a quien no puede dar marro toda la prudencia humana por mucho que se tuerza y descamine, dándole tanbién a entender cuán poderoso es Dios para traer el agua a su molino y que si a la tal persona no se le descubre y da parte del cómo o cuándo, particularmente si en las tales obras tuviese parte, es para que más pene y merezca más, se rinda y sujete a la voluntad divina, porque de esta resignación saca grandes bienes, desconfianza de los hombres. Los cuales, cuando más derechos caminan a vista y ojos de los hombres, entonces van más torcidos a las obras de Dios a quien Su Majestad no quiere desengañar, sino dejar con su buena fee, en la cual merecen cuando en su parte han hecho lo que deben y es en sí. 2. El pintor que tiene un hijo a quien ama, consiente y disimula que el chiquillo tome el pincel y haga cuatro rayas en la pintura, aunque vayan disparadas, que él con facilidad después las enmienda y endereza, por sólo decir que su chiquillo le ayudó.

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