27.3.13

Jacinta en el 50 aniversario de Garabandal

 De Diario Montañés, periódico de Cantabria:

«En la Calleja se me apareció el Sagrado Corazón de Jesús. No me habló. Con su mirada me dijo que era Todopoderoso. Que Él lo era todo. Fue una mirada que no podía soportar, pero no por miedo, sino porque me penetraba hasta el alma». Jacinta González tiene ahora 62 años. Tenía 12 cuando junto a Conchita González, Mari Cruz González y María Dolores Mazón, un día como hoy, de hace 50 años, tuvieron una visión que les marcaría para toda la vida: el Arcángel San Miguel se les presentaba en la zona conocida como 'El Callejón', en San Sebastián de Garabandal, y les avisaba de la aparición de la Virgen María el día 2 de julio de 1961.
Cincuenta años después Jacinta ha vuelto a Garabandal -viene cada dos años desde California, donde reside- «para vivir una fecha que contiene un sentido muy especial para mí porque me marcó la vida».
Cuando todos los días que está en su pueblo natal se acerca al lugar donde se les apareció el Arcángel, la Virgen y el Sagrado Corazón de Jesús, «tengo la sensación de que aquello le ha pasado a otra persona. Yo era una niña y pensaba que eso (la aparición) les ocurría a todos los niños».
Nunca ha hablado para los medios de comunicación pero, en declaraciones a EL DIARIO MONTAÑÉS, Jacinta dice que, a veces, lo revive «como una nebulosa», y asegura que «con el paso de los años, reflexiono y casi prefiero no pensarlo. Es algo que va contigo. No recuerdo el gentío que acudió a Garabandal, quizás lo sufrieron mis padres y mis hermanos, que eran los que veían qué pasaba. Para mí todo era normal».
No recuerda si ella recibió la Comunión, como le ocurrió a Conchita, de forma inesperada, en su boca. Sí tiene grabado a fuego, y así lo asegura, sin ninguna duda, que «vi a la Virgen y al Arcángel San Miguel, pero sobre todo al Sagrado Corazón de Jesús. No puedo decir cuánto tiempo lo pude contemplar porque sólo sentía aquella mirada que me ha guiado en la vida. Cuando tomo una decisión importante, vuelvo a ver aquella mirada».
Se casó con un norteamericano que conoció a la puerta de su casa, en Garabandal, y desde entonces vive en California. «No me siento ninguna privilegiada, al contrario, me veo menos que las demás personas porque siento que tengo más responsabilidad. Lo que más admiro de aquellas apariciones es la fe que ha suscitado en muchas personas, y lo más grande que tenemos es la fe». Las tres videntes que quedan, Conchita vive en Nueva York, «nos hablamos por teléfono», explica Jacinta, «y a Mari Cruz, que vive en Avilés, la suelo ver cuando coincidimos en Garabandal». Después de una costosa (para ella) entrevista quiere dejar un mensaje personal: «Lo único que pido es que reine el amor y la paz».
Mensaje desde Nueva York
Conchita González tenía también 12 años cuando vivió las apariciones. No ha podido venir a la celebración de aquel evento, pero sí ha hecho llegar una carta a Garabandal. Al contenido de la misiva ha tenido acceso EL DIARIO, y en ella la vidente, que ahora tiene 62 años, desde Nueva York, donde vive, dice que aquella «fue una experiencia difícil de explicar pero que selló en mi alma la Fe segura y llena de esperanza».
A través de esta carta quiere recordar a quienes allí se reúnan hoy, el contenido del mismo mensaje que el Arcángel San Miguel les hizo llegar a las cuatro niñas en 1961: «El Ángel nos dijo que como no se ha cumplido y no se ha hecho conocer mi mensaje del 18 de octubre (1961), os diré que éste es el último. Antes, la Copa se estaba llenando, ahora está rebosando. Los sacerdotes, obispos y cardenales van muchos por el camino de la perdición y con ellos se llevan muchas más almas. A la Eucaristía cada vez se le da menos importancia. Debemos evitar la ira de Dios con nuestros esfuerzos. Si le pedís perdón con vuestras almas sinceras, Él os perdonará. Yo, vuestra Madre, por intercesión del Arcángel San Miguel, os quiero decir que estáis en los últimos avisos. Os quiero mucho y no quiero vuestra condenación».
La doctrina de la Iglesia
La Iglesia no niega ninguno de los sucesos acontecidos en Garabandal entre 1961 y 1965. Todos los obispos de la Diócesis, entre 1961 y 1970, afirmaron «que no consta la sobrenaturalidad de dichas apariciones», según el documento oficial facilitado por el Obispado de Santander a este periódico.
Ante lo que ya se presentaba como un fenómeno de masas, «de confusión y apasionamiento», y para corroborar la aseveración de sus antecesores, en diciembre de 1977 Monseñor Juan Antonio del Val (obispo entre 1971 y 1991) promovió un estudio interdisciplinar para investigar con mayor profundidad este fenómeno y cuyas conclusiones fueron analizadas por la Santa Sede: «No consta la sobrenaturalidad de dichas apariciones» pero sí admitió entonces la Iglesia la celebración de la Eucaristía en Garabandal, «pero sólo si se celebra en la Iglesia parroquial, sin referencia a las supuestas apariciones y con la autorización del párroco actual, que goza de mi confianza», expresa el Obispado.
La lucha del párroco
José Rolando Cabeza Fuentes es el párroco de Garabandal y arcipreste de Virgen de la Barquera. Desde hace 39 años es el pastor de los parroquianos de la comarca, y desde hace siete años, expresamente de Garabandal. No es fácil su misión porque se encuentra «entre evitar que se infiltre el fanatismo, que algunos grupos se aprovechen de la fe que lleva hasta el pueblo a muchos creyentes, y que nadie trate de aprovecharse económicamente de la creencia de las buenas personas».
No deja ninguna duda respecto a su asunción de la doctrina de Iglesia «de que allí no se produjeron hechos sobrenaturales pero hay que tratar de canalizar toda esa devoción a la Virgen de las miles de personas que acuden, y llevarlas a la adhesión a Cristo y al Evangelio, señalando que toda manifestación de fe debe hacerse en la comunión eclesial». Ante el temor de que el cincuentenario «se convierta en un circo mediático aprovechado por los pillos, sectas o movimientos ultracatólicos», ha organizado, hoy, (2011) a las 19.30 horas una misa y después el rezo del Santo Rosario.

(Hasta aquí el artículo del Diario Montañés)
La posición del párroco no deja lugar a dudas, es la posición de inhibición de un lado y de canalización de los atraidos por las apariciones, por María Santísima, hacia el culto convencional. Pero las gentes ya tienen iglesias en sus lugares de origen, si vienen es por algo más. El párroco y la iglesia de representantes debe entender que si bien todo, Jesús, Evangelio e iglesia son todo lo que se necesita, porque todo es Jesús y Jesús es el Todo, muchos no consiguen ver luz en los canales habituales, y entonces es por eso que se aparece la Virgen. Los grandes espíritus no necesitan apariciones, pero los pequeños espíritus que son la inmensa mayoría, sí. Ciertamente si un sacerdote consiguiera ser pura transparencia del Cielo no haría falta una aparición, pero el sacerdote común es lo que es, y aún eso esta bien, para adaptarse a la normalidad pesada de las gentes.
Así que el silogismo de: Jesús está al completo en la misa, entonces no se necesita nada más, es cierto relativamente.
La iglesia de representantes tiene muchas razones detrás de la oposición jurídica con deje de inhibición, pero ninguna de ellas justifica. Una nueva objeción es mencionada por el párroco acerca de los grupos fanáticos, que intentarían sectarizar las apariciones. Es un peligro real, ya ocurrido en bastantes sitios: Pedrera o Sabana Grande por poner algunos ejemplos. Pero no quieren darse cuenta de que es el resultado lógico de lanzar las apariciones al vacío eclesial. Ese vacío es enseguida llenado por quienes ven posibilidad de gestar una secta, en cambio si la aparición fuera bondadosamente acompañada o gestionada, se impediría la sectarización. Y por otro lado, no todos los grupos que siguen apariciones son sectarios, otra cosa es que se les coloque ese sambenito a todos, por ejemplo, en El Palmar hubo el catastrófico sectarismo que recordamos bien, pero sigue habiendo que reza allí como al principio. La iglesia representacional echa al niño con el agua sucia con estos planteamientos, prefiere no discernir y relegar en bloque a cualquier agrupación de fieles que quieren seguir la base inspiracional de unas apariciones aun cuando hayan acabado históricamente. Jamás harán eso si se trata de un movimiento que se tenga por humanamente fundado, se cumple aquello de que: "si viene alguien en nombre propio a ése sí le seguís".
No tiene color la enseñanza de la Virgen con la de los hombres, ya sean párrocos, teólogos o predicadores de ejercicios, cursillos, etc. Es mucho más bonita, sublime, perfecta, prudente, acordada a la limitación de los oyentes, y cuando manda, o mejor, sugiere, dota de un plus de gracia para que se ejecute lo sugerido.
Por ejemplo, la Virgen nunca cae en lo que es un lugar común de la predicación de hoy día, de que hay que practicar caridad sacrificada como sea, nunca exige caridad en general, siempre caridad discernida y al alcance de los que escuchan y siempre caridad orada.
Eso no quiere decir que párrocos, teólogos, predicadores de ejercicios sobren, ni mucho menos, sino que si fueran sabios entenderían que deben dejar "su" modo de enseñar y aprender de cómo enseña el Cielo justamente en esas apariciones de las que nunca consta sobrenaturalidad. Podrían aprender mucho tras haberse santificado mucho y con muy poco esfuerzo. No obstante no quieren, de ese modo, conducen a las gentes a "su" modo, y pretenden evangelizar sin sublimidad, de donde no conseguirán sino frutos exiguos, y aun estos orientados al sacrificialismo y perpetuando claro está la negación de las apariciones, separando así a los "comprometidos" de los que e hacen dirigentes, del rebaño sencillo que no cree tener pastor en los representantes, y que sólo espera oir la voz cantarina del dueño o de su mamá, que también les conmueve el alma.

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