A los avistamientos ovnis se les aplican estas palabras:
Ciertamente no es verdadera luz la que aparece en ellos, más bien es mero comienzo y parecido del fuego preparados para ellos mismos; y con lo mismo que serán quemados tratan aterrorizar a los hombres. Aparecen, es verdad, pero desaparecen de nuevo en el momento, sin dañar a ningún creyente, mientras se llevan consigo esa apariencia del fuego que los espera. Por eso, no hay ninguna razón para tenerles miedo, pues por la gracia de Cristo todas sus tácticas terminan en nada.
Cuando no pueden engañar el corazón con placeres abiertamente impuros, cambian su táctica y van de nuevo al ataque. Entonces urden y fingen apariciones para espantar el corazón, transformándose e imitando mujeres, bestias, reptiles, cuerpos de gran tamaño y hordas de guerreros (las formas actuales de los colosos-demonio de los comics y cine). Pero ni aún así deben aplastarnos el miedo a semejantes fantasmas, ya que no son nada sino pura vanidad, especialmente si uno se fortalece con la señal de la cruz.
En verdad, son atrevidos y
extraordinariamente desvergonzados. Si en este punto también se los derrota,
avanzan una vez más con nueva estrategia. Pretenden profetizar y predecir
futuros acontecimientos. Aparecen mas altos que el techo, fornidos y corpulentos.
Su propósito es, si es posible, arrebatar con tales apariciones a los que no
han podido engañar con pensamientos
Los fenómenos que tan prolíficamente describen tantas revistas esotéricas y programas de tv (como Cuarto milenio o Discovery Max), disimulándose como en ejercicio de objetividad, oponiendo permanentemente escepticismo de sus expertos cientistas a los que parecen oponer los expertos paranormales, se clarifican con estas palabras:
El que
tiene realmente poder no se esfuerza en matar con fantasmas ni trata de
aterrorizar con hordas sino que sin más trámites usa su poder como quiere. Pero
actualmente los demonios, impotentes como son, hacen piruetas como si
estuvieran sobre un escenario, cambiando sus formas en espantajos infantiles,
con manadas ilusorias y muecas, con todo lo cual su debilidad se hace todavía
más despreciable. Estemos seguros: El ángel verdadero enviado por el Señor
contra los asirios no tuvo necesidad de múltiples, ni de ilusiones visibles, ni
de soplidos resonantes, ni de sonajeras; no, él ejerció su poder tranquilamente
y de una vez mató a ciento ochenta y cinco mil de ellos (2 R 19,35). Pero los
demonios impotentes criaturas como son, tratan de aterrorizar, ¡y eso con meros
fantasmas!
Se debe temer sólo
a Dios y despreciar esos seres, sin tenerles miedo en absoluto. Y cuanto más se
dediquen a tales cosas, tanto más dediquémonos nosotros a la vida ascética para
contraatacarlos, pues una vida recta y la fe en Dios son una gran arma contra
ellos.
Mirad: yo os he dado poder para pisotear serpientes y
escorpiones y todo poder del enemigo (El Señor)
Los
demonios, al contrario, cuando ven que los hombres tienen miedo, aumentan sus
fantasmagorías, para aterrorizarlos aún más, luego bajan y los engañan
diciéndoles: Póstrense y adórennos (Mt 4,9). Así engañaron a los griegos, pues
entre ellos los había, tomados falsamente por dioses. Pero nuestro Señor no
permitió que fuéramos engañados por el demonio, cuando una vez le reprochó que
intentara utilizar sus alucinaciones con El.
Las formas diversas de los fenómenos que se ven en programas, cine y comics, los primeros como documentales, los segundos como fantasía, son coherentes entre sí. San Pablo hablaba de la infestación de los aires, potencias del mundo, el aire es por tanto su medio común de manifestación, por eso los superhéroes de los cómics son todos ellos voladores y los ovnis se caracterizan como "volantes" precisamente. Y se adapta perfectamente a las formas culturales de cada época, como espíritus elementales de la naturaleza en los tiempos antiguos, para presentarse hoy con vehículos tecnológicos, más materiales hace unas décadas y hoy como formas de energía.
Muchísimos son hoy engañados esperando su salvación de los extraterrestres o salen por un momento de la materialidad simplona en la que se han dejado sumergir y que los oprime, acudiendo al cine o con los comics, donde ocurren todo tipo de maravillas.
Se transforma en ángel luminoso para engañarles presentando su falsa luz
y llevarles a su lado. Generalmente a cada uno se manifiesta de
distintas maneras tomando la forma adecuada, de manera que, con su
apariencia, hacer de cada uno instrumento suyo y conducirles a la
perdición.
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