Son muy poco conocidas fuera del Reino Unido e Irlanda las manifestaciones de la Virgen que se dieron en 1985 en una secuencia breve pero intensa a lo largo de la gran isla esmeralda que es Irlanda. Mucha gente vio moverse las imágenes de la Virgen en numerosos lugares, lo que hemos referido más en detalle en el post anterior.
No hubo muchos mensajes pero entre los que se dieron figuran los siguientes:
"El mundo tiene 10 años para mejorar 10 veces más de lo que es ahora.
La gente tiene que mejorar y orar.
Si no mejoráis, en 10 años el demonio se apoderará de la iglesia". Y respecto al resto del mundo se anunciaba con una visión la consecuencia: como en los tiempos de Noé muy pocos se salvarían de una gran devastación.
Miles de personas acudieron a la llamada de la Virgen y hoy queda un lugar en especial entre todos que es Melleray, un lugar cercano al monasterio cisterciense, donde solo 3 años antes uno de los monjes había levantado un espacio similar al de tantos otros de Irlanda levantados en 1954, cuando la proclamación del Gran Año de la Virgen.
Irlanda, la gente de Irlanda tenía una misión mandada exprofeso por la Virgen que era difundir este mensaje por el mundo, pero para empezar, la respuesta eclesiástica fue de convencional rechazo, con sacerdotes quitando fe en las apariciones a los devotos, incluidos los monjes del monasterio, y con la evasiva del obispado.
Menos de 30 años después la situación de Irlanda es de catástrofe moral sin precedentes, en ningún otro país se ha reportado la cantidad de casos de abuso de menores como aquí y la implicación de muchos obispos. Y sucesivos referendums han ido trayendo la aprobación de leyes antinatura y por tanto contra el mismo Dios y la Inmaculada Virgen, que es la que se veneraba en su advocación de Lourdes por todo Irlanda.
Los niños videntes vieron cómo el demonio se mofaba de la Virgen, y ahora esto tiene evidente significado, ha sido como decir: tu afamada nación católica y mariana la he arrastrado por el fango de la lujuria allá donde es más grave el abuso, sobre los niños.
Y está el anuncio de lo que ocurriría, en 10 años la iglesia de Dios sería tomada por el demonio, y puesto que el demonio ha actuado siempre contra la iglesia ha de entenderse que esta posesión habría de ser de carácter masivo. El plazo se cumplió ya en 1995 y el Papa Benedicto en uno de sus últimos viajes, a Irlanda precisamente en 2010, habló muy severamente a los obispos de Irlanda, en unos términos que eran en su fondo los mismos de la Virgen de 1985 pero sin una depuración, sólo un mea culpa público que tuvo lugar en el Vaticano en presencia de los afectados por pederastia.
La Virgen como siempre se anticipó en décadas a lo que habría de venir anunciándolo si no había reforma, como en Fátima antes de la segunda guerra mundial, como en Kibeho, años 80, antes del genocidio ruandés. Sin insistir en la responsabilidad jerárquica, sin embargo, resulta un enorme sarcasmo, que se haya puesto como siempre la excusa de salvar la credibilidad de la iglesia negando las apariciones con las sempiternas fórmulas precautorias, cuando el pecado estaba siendo más pavoroso, siendo señalado por la Virgen en términos tan delicados, porque jamás hubiéramos podido creer que el pecado había llegado a unos términos tan apocalípticos. Cómo podrían dar voz a la Virgen, cuando el mismo pecado contra los niños y sus autores estaban siendo cubiertos por el mismo argumento de salvaguarda de la credibilidad eclesial, el mismo sempiternamente usado contra todas las manifestaciones.
Siendo así todo esto, es necesario que María dirija a su pueblo -son su pueblo los obedientes a Ella y no los meros proclamadores que se revisten de Ella pero inciensan al mundo. Hoy, silenciar el profetismo actualizado de María, que de facto se hace en los medios católicos, incluso en los desolados por los rumbos actuales del oficialismo, es signo de un pastoreo abocado a la perdición.
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