30.7.16

La misericordia como fuego recreador

Éstos son los tiempos de la gran Misericordia.
La misericordia divina que ha tenido este año su dedicación en toda la iglesia y que cuando se escribe este post se celebra por el pontífice Francisco en el Santuario de la Divina Misericordia de Polonia, tiene un significado mucho más profundo y profético que el enseñado corrientemente. Siempre la Madre de la Sabiduría nos enseña a ir más allá.
Un año, 1987, prácticamente olvidado, fue declarado año mariano extrapordinario, fue entonces cuando la Virgen dió esta comunicación al padre Gobbi, donde se ve claramente que justicia y misericordia son una sola cosa, que el fuego que vendrá sobre la tierra no será sino el mismo fuego del Espíritu Santo:
 "¿Por qué ha querido mi Papa consagrarme este año (1987), declarándolo un año mariano extraordinario, para invitar a toda la Iglesia a mirarme, escucharme, honrarme, a seguirme y a entrar en el refugio de mi Corazón Inmaculado?
Porque mis tiempos han llegado.¿Por qué no queréis secundar mi Voz que, esta tarde, os suplica que vayáis a todas partes a recoger a los más débiles, a los más pequeños, a los más frágiles, a los dolientes, a los más alejados y perdidos?
Traédmelos a todos por que los quiero a todos dentro del refugio seguro de mi Corazón Inmaculado.
(nota: Las periferias son todos los alejados del centro que es el Corazón de la Madre).
Éstos son los tiempos del gran retorno.
Sí, después del momento del gran sufrimiento seguirá el momento del gran renacimiento y todo volverá a florecer.
La humanidad volverá a ser un nuevo jardín de vida y de belleza, y la Iglesia una familia iluminada por la Verdad, nutrida por la Gracia, consolada por la presencia del Espíritu Santo.
Jesús instaurará su Reino glorioso: Él estará con vosotros, y conoceréis los nuevos tiempos, la nueva era. Veréis finalmente una nueva tierra y unos nuevos cielos.
El Padre se estremece de ardor y quiere derramar sobre esta pobre humanidad los torrentes de su amor infinito.
El Padre quiere plasmar con sus manos una nueva creación, en la que su divina impronta sea más visible, acogida, aceptada, y su Paternidad sea exaltada y glorificada por todos.
El respiro de esta nueva creación será el hálito del amor del Padre, que será glorificado por todos, mientras, por doquier, se difundirá de manera cada vez más plena, como agua que brota de un manantial vivo e inagotable, la plenitud de su divino Amor.
Y Jesús reinará: Jesús, para quien todo fue creado; Jesús, que se encarnó, que se hizo vuestro hermano, que vivió con vosotros, sufrió y murió en la Cruz para redimir a la humanidad y llevarla a una nueva creación, y para que su Reino pudiese lentamente difundirse en los corazones, en las almas, en las personas, en las familias, en toda la sociedad.
Jesús, que os ha enseñado la oración para invocar la venida del Reino de Dios sobre la tierra, verá finalmente cumplida su invocación, porque instaurará su Reino. Y la creación volverá a ser un nuevo jardín, donde Cristo será glorificado por todos, y su Divina Realeza será aceptada y exaltada: será un Reino universal de Gracia, de belleza; de armonía, de comunión, de santidad, de justicia y de paz.
La gran Misericordia llegará a vosotros como fuego abrasador de amor, y será traída por el Espíritu Santo, que os será donado por el Padre y el Hijo, para que el Padre se vea glorificado y el Señor Jesús se sienta amado por todos sus hermanos.
El Espíritu Santo descenderá como fuego, pero de diversa manera que en su primera venida: será un fuego que todo lo abrasará y transformará, que santificará y renovará la tierra desde sus mismos cimientos. Abrirá los corazones a una nueva realidad de vida y conducirá a todas las almas a una plenitud de santidad y de Gracia.
Conoceréis un amor tan grande, una santidad tan perfecta como hasta ahora nunca la habéis conocido.
El Espíritu Santo será glorificado en esto: en llevar a todos al más grande amor al Padre y al Hijo.
Éstos son los tiempos de la gran misericordia: son por tanto los tiempos del triunfo de mi Corazón Inmaculado".

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