Dos chicos pastores, Pedro y Juan, guardaban ovejas y vieron en un roble un panal de abejas, con mucha miel y cera, que estaba junto al cementerio de una iglesia. Decidieron que, una vez guardadas las ovejas en casa del dueño, en Santa Gadea del Cid (Burgos) volverían justo el miércoles santo, llamado popularmente miércoles de Tinieblas, llamado así porque se usaban candelabros y se apagaban las luces, dentro de una liturgia y oraciones que había entonces en toda la Iglesia para condolerse con Cristo en su pasión. Los chicos pensaban aprovechar que sus padres y vecinos estarían en dicho oficio de Tinieblas.
Cuando volvieron al roble deleitándose por anticipado con la miel y provecho de la cera, empiezan a extraerlas, pero entonces tiene lugar la primera visión:
Vieron una muchedumbre con vestiduras blancas alrededor de un espino muy grande, traían tres antorchas que alumbraban a todos y encima del Espino vieron una Señora que relumbraba más que el sol “en tanta manera que buenamente no la podían mirar; y estando así oyeron a los que allí estaban decir en gran voz: “venid a las Tinieblas”, y tras estas voces apareció una multitud, a manera de procesión y con vestiduras blancas, la mayor parte coloradas, y encima bandas blancas y otros muchos colores. Traían en las manos unos ramos como palmitos y dos lamparas que alumbraban toda la procesión como si fuera de día claro y vinieron a juntarse con la gente que estaba alrededor de aquella Señora, cuyo resplandor iba hasta el cielo y alrededor de Ella había tres lámparas a manera de hachas. Era tanto lo que alumbraban todo aquel lugar que parecía que subía la luz hasta el cielo.
Oían también su cantar, como si fuera el canto de las horas de los Clérigos y de sus voces quedaron espantados dejando de tomar su miel y cera, dándose a huir hacia el pueblo. A medio camino se volvieron a mirar y vieron que todas las luces se juntaban en una y que el canto ascendía al Cielo; con esto de ninguna manera se atrevieron a volver.
Pero al lunes siguiente, tras el domingo de resurrección, cuando Pedro guardaba las oveja se le apareció súbitamente una Señora muy resplandeciente en tal grado que no la podía mirar sino por partes.
Ella le dijo que contase la visión habida el día de Tinieblas a curas y concejo de la villa de santa Gadea, de modo que por todas partes supiesen que ella era la Virgen Maria en persona glorificada, la misma que había visto sobre el Espino. Explicó a Pedro que las gentes vistas tan cerca de Ella eran los ángeles del cielo y que supiesen que su venida era por voluntad de su Precioso Hijo Redentor del humano linaje.
Y la Virgen pasó a explicarle los antecedentes del lugar de la visión
Cuando la destrucción de España (en tiempo de la invasión árabe), el lugar se llamaba Montañana la Yerma, con iglesia dedicada Mi nombre, pero por la grande importunidad de los grandes y muchos infieles, se tuvieron que refugiar en ella y su cementerio. Fueron cercados y apresados por la fuerza de las armas pero no queriendo venir en consentimiento de su Secta fueron todos degollados al punto que toda la Iglesia y Cementerio, y todo su circuito fué bañado en sangre de los gloriosos Mártires que allí padecieron.
Como la memoria de aquel misterio iba pereciendo, con mucha continua instancia los mártires y Virgenes que allí padecieron por muchos tiempos continuaban en suplica, “el Hijo mío Glorioso, y Redentor del humanal linaje”, se inclinó a sus ruegos, y fué servido que yo viniese en persona Glorificada con los Ángeles a celebrar el oficio de las Tinieblas que allí se haría y las animas gloriosas conmigo presentes visitaran los cuerpos que en tal día como este habían dejado.
Y así como vino Dios Padre en la zarza a Moisés, la cual no se quemó por bien de su pueblo, así fui yo enviada en el Espino por bien de las almas y fieles personas del humano linaje.
El cual espino no hallarás quemado ni en parte dañado el cual será medicina para las enfermedades que habráy la voz que oiste que decía venid a las Tinieblas, era voz del ángel San Miguel que así como fué en aquel lugar a recibir las Animas de los gloriosos mártires para llevarlas a la gloria al tiempo de su martirio así fué voz para llamar que viniesen a celebrar aquel solemne oficio, los cuales plugo a Nuestro Señor respondiesen prestamente.
La procesión muy gloriosa y las antorchas que viste estar a mi alrededor significaba la corona de el Santo Martirio, la otra significaba la Virginidad de muchas doncellas Vírgenes que allí habían padecido y las otras tres antorchas que viste significaban las tres Personas de el Padre y del Hijo y del Espíritu Santo; y las voces que oiste eran voces de dulzor de los Angeles que rezaban el oficio y cuando lo acabaron, las antorchas acabaron de consumirse al unísono.
Que las antorchas se consumiesen a la vez tenía el significado de la unidad con la cual subimos a la Gloria todos juntamente, cada uno a su silla y lugar establecido.
Y te mando que digas como voluntad de mi Hijo glorioso, que se edifique aquí un Monasterio de la Orden de San Benito, con cuya memoria sea resurgido este secreto. Y te mando decir que todas las gentes que vinieren o enviaren sus ayudas para edificar la Iglesia y Monasterio y para la sustentación de los Religiosos que habrá, que tendrán remisión de sus pecados y sus personas y cosas serán amparadas y guardadas en todo momento en que con gran devoción y fe las encomendaren en recuerdo de mi aparición en este Espino y si trajeran mi señal sobre sí, así como aparezco, serán librados del poderío del diablo y el Diablo no les podrá empecer viendo mi señal, y si la trajeran con gran devoción serán librados de la Peste y de toda enfermedad contagiosa.
También te mando que digas a los curas clérigos, procuradores y regimiento, de la Villa de Santa Gadea en concejo reunidos, si quisieren que su pueblo sea aumentado, y las personas en prosperidad, y con las almas en estado de gracia, que luego se dispongan a quitar las malezas que están en aquella iglesia y sitio donde viste aquella aparición, y sepan como así por la parte de la aspereza y lugar fragoso han recibido enojos y robos y muertes; así habrán refrigerio en los cuerpos y salud para sus almas, y si quisieren ser aumentados en sus buenos deseos que empiecen la dicha Iglesia y monasterio y mientras lo hagan y tengan su devoción, que siempre les irá de bien en mejor y también a todos los pueblos y personas de donde quiera que sean. Esto te mando: que no ceses de proclamarlo públicamente a los Curas, Clérigos, Alcalde, Procurador y Regidores del Concejo de la dicha villa y a todas las comarcas y tierras mientras durares este poco tiempo que has de vivir y tú lleves por nombre Pedro de Buena Ventura; que digno eres de te lo llame. Y dirás a Juan tu compañero que se arme prestamente de las armas de la caballería de la Bienaventurada Virgen Santa Catalina, pues en ellas ha de morir, y su muerte ha de ser partiendo de Jerusalén hasta el sepulcro de Santa Catalina, en nueve días. Y como yo te lo mando enseguida lo proclames y no lo dejes por vergenza sino sabe que en mi presencia tu serás atormentado en aquel grado que tú no cumplas.
Desaparecida la Virgen, Pedro tuvo gran vergüenza de no ser creído y no obedeció, de manera que el domingo siguiente de noche, a hora de los segundos gallos, estando Pedro en su cama, cerca de su padre, apareció de nuevo la Virgen María en la misma forma que la vió el jueves anterior, acompañada de dos hombres en figura de religiosos con antorchas, uno de ellos lo sacó de la cama, el otro se quitó el cinto y le dio con él muchos golpes provocándole heridas; Pedro daba grandes gritos que fueron oídos por la vecindad.
Los vecinos veían la casa llena de claridad como si fuera de día y cuando cesó, llegaron pensando en socorrer a Pedro de lo que creían ser maltrato de su padre, daban voces pero nadie respondía de modo que subieron, con las mujeres por delante con lámparas, encontrando a Pedro en una sala en el suelo con muchas heridas de azotes y muy fatigado.
El padre se levantó airado preguntando que qué buscaban a semejantes horas y de aquel modo. Uno de los llegados le dijo que venían a amparar al mozo de la gran crueldad que le hacían sufrir. El padre se maravilló diciendo que no había tal, y su propio hijo dijo que ni su padre ni nadie le habían hecho nada. Y empezó a cumplir lo mandado por la Virgen, rogándoles que se mandase reunir a curas, Clerigos, Regidores y Concejo, en su Iglesia, y a él le hiciesen comparecer para referir la aparición como había sucedido. Lo cual se cumplió y venido todo el pueblo vio los azotes y fatigas y escuchó todo lo sucedido de boca del mozo.
Dio fe el escribano, poniendo los nombres de todos los testigos, clérigos, alcalde, notables del pueblo y vecinos, en acta notarial como diríamos hoy.
Las crónicas de la Orden Benedictina nos dicen que muy pronto comenzó a cumplirse el encargo de la Santísima Virgen, y a los dos años ya había una ermita, a la que fueron cinco clérigos en comunidad, que celebraban los oficios divinos. Crearon la imagen de la Virgen, con tal gracia que su prsencia y semblante parecía invitar a pedirle gracias y favores.
El monasterio que se levantó despues se salvó providencialmente de la profanación y destrucción propia de la desamortización liberal de 1837 al haber quedado un hermano lego, tras haber sido expulsados los benedictinos.
Pero tiempo después pudo haber quedado destruido, pues habiendose lanzado subasta del edificio en 1870, concurrían dos posturas la de una persona que quería comprarlo para entregarlo a los redentoristas, que hoy día están, y otra persona que lo quería para utilizar la sillería para otra edificación. Ganó monetariamente éste, pero en buena hora al postulante porredentorista se le ocurrió pedirle la documentación personal exigida para el concurso, lo que éste no llevaba y quedó descalificado.
Allí se llegarían en el siglo pasado muchas personas pidiendo favores, entre ellas constan unas jóvenes bilbaínas que vinieron a pedir el favor de protección contra la revolución obrera que acaecía en torno a 1919.
Texto tomado de la obrita del p. Luciano Huidobro: Nuestra Señora del Espino, en Santa Gadea del Cid, de 1922. Hemos cambiado el estilo para hacerlo más fácil de entender, manteniendo algunos términos de sabor arcaico.
Estas apariciones tienen elementos comunes a otras apariciones, como el árbol del espino, sin duda elegido celestialmente por ser de su especie de donde se extrajo el espino para la corona de Jesús, como ocurrió en Chauchina, Granada o en el Epis, Francia, pero muestran a la Virgen Gloriosa, Ella da una explicación de la ciertamente compleja visión, vinculada en similitud al episodio de la zarza ardiente; es una aparición que rescata del olvido acciones históricas de mártires y vírgenes inmoladas, que instaura un lugar de culto, que lo pone bajo la protección de la Iglesia y una orden religiosa, que fomenta la vida espiritual del pueblo con milagros y favores, refundándolo por decirlo así, y de allí irradia como un oasis al que acudir. Y emplea un vidente, pastor como tantos otros, pero singularmente que no sufre persecución del entorno y sí es castigado físicamente por mandato de la propia Virgen para que se cumpliera la obediencia, pero también de modo sublimemente inteligente, para que por la vista de las heridas del joven, y la gran singularidad de la aparición, supieran todos que todo ello era voluntad de la Virgen y no mera ocurrencia de un muchacho.



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