19.6.12

Qué problemas científicos tiene la ciencia cuando no incorpora el saber que aporta el conocimiento espiritual.



Aunque los mecanismos de funcionamiento de la economía, de la biología, de la física, etc. sean correctamente explicados en general, sin embargo, no se tiene en cuenta que hay una providencia benéfica (PB) y otra maléfica, que opera en función de sus proyectos sobre cada persona y que tiene capacidad de actuar sobre esos mecanismos de modo invisible, aunque sí sean visibles sus resultados.
Pongamos por ejemplo la ley de las probabilidades. Funciona sólo en los tests matemáticos, fuera de ellos no funciona aplicados a las expectativas de una persona particular. Por ejemplo, las probabilidades de acertar en el juego son mayores cuando se trata de un jugador que se inicia en el juego; la providencia maléfica (PM) da suerte, es decir actúa para que las cartas sean favorables o la máquina de premios para que el jugador cobre adicción y luego hundirle mediante esa misma adicción a la que ya no le acompañará la suerte más que en contadas ocasiones para mantener activa la adicción. En la práctica de los estafadores también se actúa así, premian al principio al incauto para confiarle y luego hacerle tener grandes pérdidas.
Si las personas solo tienen en cuenta la ley de las probabilidades que enseñan los matemáticos y que parecen apoyadas por el sentido común, entonces se exponen a graves pérdidas, según los campos de riesgo que asuman. Sufrir pérdidas derivadas de la falta de conocimiento espiritual es una consecuencia de esa falta, que es la que se castiga en un sentido y en otro se da para que la persona reflexione.
El conocimiento científico es predictivo cuando tiene lugar en marcos de experimentación, pero no en las experiencias individuales, que están regidas por la PB y la PM. Si bien la PM es subsidiaria de la PB, aun cuando esto es perceptible a menudo sólo a largo plazo.
El conocimiento científico desconoce la acción de los seres encargados de la PB y la PM, porque ellos mismos no son reconocibles mediante el método científico y por tanto tampoco sus acciones.
El conocimiento científico está determinado por una mayoría de científicos que se ven obligados a tener planteamientos excluyentes de las acciones de PB y PM. Por eso los resultados en la práctica resultan ambiguos. Preocupan los virus que puedan causar enfermedades, se dedican recursos financieros ingentes, pero no preocupan las decisiones políticas que facilitan el libertinaje, las leyes de permisividad e incluso se emiten leyes que coarten a quienes se pronuncian contra ese libertinaje. Científicos y legisladores ignoran la PB y la PM y en consecuencia los índices de enfermedad e infelicidad sociales aumentan exponencialmente.
En último término ignorar la PB y la PM es signo de ser actores inconscientes a favor de la PM, en cualquiera de los niveles que se quiera considerar: ciencia, leyes, arte, planificación, etc.
El corolario de la ley de las probabilidades en la inmensa mayoría que no conoce de matemáticas es la creencia en el azar como si tuviera esencia en sí misma. Ante la evidencia de la falta de posibilidades predictivas, muchos médicos sostienen cuando surge una enfermedad: es que le ha tocado al que la sufre. Esto es una losa muy grande ya que si no se cree en la PB y en la PM entonces cualquier desgracia nos puede afectar, todas las posibilidades están abiertas. Este malestar de fondo resultado de no creer en la PB/PM mina a la persona, genera hipocondría, pues en cualquier momento piensa que le podría suceder cualquier desgracia, detectarse un cáncer o sufrir un accidente. Una alternativa falsa contra esto es hacer caso omiso de toda advertencia preventiva que genere temor, lo cual produce irresponsabilidad y que el riesgo efectivamente se abata.
Cuando la persona no cree en las providencias y cree en el azar como rector, entonces desata la programación correctora y viene a sufrir una cadena de dolores, aunque también puede ocurrir que se le deje vivir sin contratiempos hasta que se abate sobre él una desgracia colosal.
La única solución es creer en la providencia, hacer méritos para que la misma providencia facilite creer en ella, ya que no es algo que pueda conseguirse por uno mismo. Y reconocer la relación causa-efecto en el plano espiritual, que va superpuesta sobre la relación causa-efecto en el plano material.

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