El padre Fortea, conocido exorcista, exponía ya hace años en un programa televisivo dirigido por un periodista criminólogo (ver abajo el enlace), lo que él entendía como actitud de la iglesia hacia las apariciones, que era la de suspensión del juicio, y asumía como impecables cualesquiera actuaciones. Esta apología general de la iglesia en esto aparentaba buena intencionalidad, pero invitaba a extender la suspensión del juicio especialmente entre los consagrados, es decir, el agnosticismo, "ah, no sé, y me desentiendo", porque entre otras cosas habría que hacer un examen profundo imposible de llevar a cabo y sobre todo evitaría toda posibilidad de ser engañado o manipulado, evitando así en especial los prelados las campañas burlonas en la prensa.
Pero esto es prudencia humana, sin considerar las palabras del apóstol Santiago: “Toda cosa óptima que se recibe, todo don perfecto viene de lo Alto”. Y hay que saber ver, porque los hijos de la Luz, porque saben ver, se hacen más luminosos y elegidos, al tiempo que los hijos de las tinieblas se hacen cada vez más tenebrosos y réprobos.
“Todo don perfecto procede de lo Alto y desciende del Padre de las luces”.
Cuánta seguridad proporciona esta frase: “Desciende del Padre de las luces”. Si es Padre de las luces, hay que estar confiados. El sabe qué, cuándo y cómo darnos los dones perfectos para hacernos perfectos. No los rechacemos, no usemos mal de ellos y no los corrompamos. Aceptémoslos con humildad, con tanta mayor humildad cuanto los dones sean más extraordinarios.
Seamos tal como Dios os hizo. ¿Que nos creen? Benditos aquéllos que saben ver a Dios en el instrumento del mensaje divino. ¿Que no nos creen? Rogad por ellos. ¿Que os escarnecen y tratan de induciros a que os desdigáis de lo que sois? Sed dulces en la reacción perdonando la ofensa; pero inamovibles y tenaces cual montaña de granito en vuestra certeza. Sólo Dios tiene el derecho de hacer que no seáis lo que sois. Y no debéis lamentaros si, tras haberse servido de vosotros, os deja de lado sobre la Tierra para suscitar otros. Creedme, voces: si de igual manera sois obedientes, tanto a la llamada como a la orden de descanso, por más que vuestra voz hubiera servido para transmitir una palabra tan sólo, vuestro mérito será grande en el Cielo por vuestra obediencia, tanto al hacer como al descansar tras haber hecho".
La inmensa mayoría de personas primigeniamente favorecidas de fenómenos místicos suelen dirigirse a los sacerdotes, pensando que ellos son los adecuados para que se les refiera lo tan importante que les ha pasado, pero de inmediato perciben que el consagrado se pone incómodo, cambia el tercio y se marcha, y en adelante estará completamente prevenido. Es la inflexión gamaliense con la que creen actuar prudentísimamente, no captando que siendo cierto que que el Señor está en el prójimo, mucho más si con éste El señor o la Madre nos traen su mensaje.
La pena a recibir por actuar con estas evasivas es quedarse sin recibir las gracias que se pudieran haber recibido, Dios dejará de hablar cuando la sordera voluntaria sea sin remedio, y ellos seguirán recurriendo a los profetas a su gusto, es decir a sus figuras de autoridad intelectual y/o teológica, quienes como humanos tendrán doctrina parcial, ambigüedad humana, del sí y no, a no ser que expongan el evangelio y el dogma.
Al rechazar al Dios que les viene por la puerta estrecha de un vidente o instrumento, y peor aún, al conducir a éste al desánimo y a dejar de creer en lo que ha recibido, se van a colocar ante el juicio divino. Debieran pensar no como Gamaliel que si la cosa es de Dios ya se encargará él, sino que si la cosa no es de Dios en materia de manifestación extraordinaria, igualmente Dios se encargará de revelarlo y de que no resultemos confundidos, y si por algún tiempo somos confundidos, nuestra buena voluntad se verá correspondida con luces divinas para entender.
Es por esta desestima apriorística y por esa suspensión de juicio pseudoprudente, por lo que cuando surgieron los llamados carismáticos, ellos han sido aceptados al interior de la iglesia, como justo castigo y confusión por tantos rechazos a los mensajeros divinos venidos en humildad, en lo cual el país que más se ha señalado ha sido España, justo la tierra de María, tierra ingrata, mientras que en Francia, Portugal y Bélgica tienen tantas apariciones aprobadas y con enorme fruto, además de las conocidas Lourdes y Fátima, Pontmain, Knock, Banneaux y Beaureing, ¿dónde hubieran quedado éstas con esa táctica de la "suspensión permanente de juicio"? pues donde han quedado las apariciones españolas, a las que se ha hecho todo lo posible por asfixiarlas, aprovechando eso sí, los errores de seguidores de celo imprudente, que de todo hay en la viña del Señor. Y es llamativo que entre obispos residentes en los lugares donde se dieron apariciones en el siglo XX en España, llegan incluso a temer a quienes se les acerquen ponderando hoy día esas apariciones, descartando todo comportamiento "ecuménico".
Fortea a partir del minuto 26:
https://www.youtube.com/watch?v=sPiBi-YAK4Y&t=2021s
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