24.7.21

Qué es en verdad la misa. Maneras de desvirtuarla.

La misa está siendo mal llamada eucaristía. Porque no es simple acción de gracias, que es sólo la última parte de la misa. 

Ha sido también mal llamada cena del Señor, porque la palabra cena puede ser entendida de modo secular y no alude al sacrificio mismo de Cristo. 

Ha sido mal llamada celebración comunitaria donde el pueblo de Dios se hace visible a sí mismo, porque no es ante todo como comunidad por lo que está reunida para recibir místicamente al Señor. 

Está siendo mal llamada memorial del Señor, porque es oración y acto realizado en el aquí y ahora, no un recuerdo; no vale argüir sutilezas sobre el sentido hebreo, ¿no son ellos los que piden adaptarse al pueblo?. Memorial es tomar del pasado gestos y palabras dadas por el Señor: "haced esto en conmemoración mía", aunque la frase no es una traducción suficiente. Propiamente no hay pasado si no es en términos de calendario humano, y en Dios sólo hay presente, pero comprendemos mejor de lo que expresan las palabras a la letra, al aplicarlas para renovar el ofrecimiento sacrificial. No memoria en términos modernos, que es lo que entiende cualquiera, ni commemoración, sino aplicación de los ritos para producir el sagrado efecto de nueva presencia del sacrificio aquí y ahora.

Ha sido la misa utilizada como medio para hacer pedagogía, celebrantes que hablan por sí propio no sólo en la homilía, haciendo leer largos prámbulos a las lecturas, y metiendo sus comentarios improvisados de principio a fin de la misa.

Y en fin, en los funerales no se trata de celebrar la vida del difunto o de llenar su vacío, peor aún declarar que el difunto ya ha llegado a la casa del padre sólo por morirse, sea quien sea, sino de aplicar el sacrificio de Cristo en sufragio de su alma. Mucho menos dejar a los nietos que hagan panegíricos sobre los abuelos por cosas triviales.

La misa es toda la vida del Señor, preparada en el Antiguo testamento, que es por lo que leemos sus pasajes, no porque seamos judeocristianos, que no lo somos, sino católicos. Leemos el evangelio que es la misma vida terrena del Señor en sus palabras y sus hechos. Luego se prepara el sacrificio de Cristo, ofertorio, se consuma ofreciéndolo al Padre, que es cuando se alzan la Hostia y el cáliz, haciendo la ofrenda perfecta, como no podían hacer los sacerdotes judíos. La comunión es cronológicamente posterior con respecto al orden seguido en la Santa Cena, pero aquí la cronología no debe ser una cuestión primaria, porque Dios no tiene tiempo. La comunión nos alimenta y nos procura la vida y mantenernos con vida de gracia en el tiempo terrenal y llevarnos al Cielo, si hemos obtenido el perdón coherente con la comunión recibida.

Y por fin, la resurrección que es Cristo vivo renovadamente en nosotros, como nosotros hemos renovado su sacrificio. Pero entonces no se puede tratar el conjunto de la misa sólo en perspectiva de resurrección, como quieren presentarnos hoy grupos con millones de seguidores sedicentes católicos que ocupan parroquias exclusivistamente, con misas concierto y flasmob incluidos. El orden de la misa incluye un momento a momento y no se puede saltar y llegar al final antes de lo establecido, sobre todo porque es una resurrección de momento interior, el reino de Dios dentro de vosotros está, y no en la apoteosis cancionera de ritmo moderno, lo que anula la misa y la convierte en evento modernista, oscureciendo el rito y verdad de lo que está aconteciendo.

Sobre la misa tridentina, tendría que permitirse como ha sido voluntad de la iglesia hasta el pontífice actual, ahora bien, la misa novus ordo responde también a la voluntad de la iglesia. No se puede hacer chocar lo santo con lo santo, la misa tridentina con la novus ordo, pero mucho menos que la autoridad rechace la tridentina al tiempo que lleva tiempo autorizando las misas flashmob. 

Y la misa tridentina, como la novus ordo, sólo hasta cierto punto tienen valor exopere operato, hay que llevar vida conforme a la santidad de la misa. La tridentina se usaría fuera del orden divino si se utiliza para formar agregados de modo esenio. Todas las prohibiciones eclesiales, todas las tergiversaciones, todo lo que hacen sufrir en las misas ordinarias, con la falta de discreción personal, con el endoso a corrientes cuando menos dudosas de interpretación teológica, todo su rechazo preventivo a profetas y seguidores de profetas buenos por falsa prudencia, no pueden ser justificación de aborrecimiento a sacerdotes y jerarquías. Es acto de santidad que se nos exige, sufrir por sus actos y omisiones, incluidas disposiciones disciplinares y acomodamientos en falsa prudencia con el mundo, y no por ello caer en el odio, porque al final de la vida se nos examinará en el amor, como bien sabemos. Antes bien, todo eso sufrido en fe, ofrecido, es el pasaporte con los sellos necesarios para entrar en la vida eterna. Que hagan lo que quieran, si estamos maniatados, no tenemos responsabilidad, y no constituyamos iglesias paralelas, esenias, que estarían huyendo de la cruz en realidad, pero tampoco llevemos la paciencia al punto de participar en ceremonias que pasan toda línea roja e incurren en la abominación de la desolación.

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