9.11.25

María Corredentora en la Tradición Española y su Definibilidad

 

María Corredentora en la Tradición Española y su Definibilidad

Agustín Giménez (Universidad Eclesiástica San Dámaso, Madrid)

En revista Ecce mater tua de 2019 



Introducción

El presente estudio tiene dos partes.
La primera expone la tradición española sobre la doctrina de la Corredención de María, mostrando su desarrollo histórico y teológico.
La segunda propone una reflexión bíblica y espiritual acerca de la conveniencia de definir dogmáticamente este misterio.


I. Nuestra Señora y España

España ha sido llamada con razón “Tierra de María”, por la profunda devoción que el pueblo cristiano ha profesado siempre a la Madre de Dios.
En este país floreció una de las tradiciones más ricas en torno al misterio de la cooperación mariana en la redención.
Podemos distinguir tres ámbitos principales:

  1. La reflexión teológica, con figuras notables que contribuyeron al desarrollo del pensamiento sobre la Corredención.
  2. La vida cristiana, con votos y consagraciones ofrecidos a favor de las proclamaciones dogmáticas marianas.
  3. Las iniciativas recientes, que mantienen viva la reflexión y la devoción a la Virgen en su papel corredentor.

1. Tradición teológica española sobre la Corredención

Desde comienzos del siglo XX, la teología española mostró un vivo interés por la mediación universal de María y su corredención junto a Cristo.

En 1916, la revista jesuita Sal Terrae acogió el llamamiento del cardenal Mercier, en Bélgica, para promover una definición dogmática sobre María Mediadora de todas las gracias.
Poco después, Razón y Fe y el P. Pablo Villada se sumaron a este movimiento. En 1917 Villada publicó el libro Por la definición dogmática de la mediación universal de la Santísima Virgen, el primero sobre este tema en España.

Tras la Guerra Civil, en 1940 se fundó la Sociedad Mariológica Española, tercera en el mundo después de las de Bélgica y Francia.
Publicaba cada año los Estudios Marianos, donde se abordaban de modo sistemático temas de corredención, mediación y cooperación mariana.


2. Tres teólogos españoles destacados

🔹 José María Bover, S. J. (1877–1954)

Biblista jesuita, profesor de la Universidad de Deusto.
Inicialmente escéptico sobre los fundamentos teológicos de la corredención, cambió de postura tras dirigir la comisión española sobre la mediación mariana creada por la Santa Sede.
Estudiando los textos paulinos y patrísticos, llegó a la convicción de que:

“Si hay un segundo Adán, debe haber una segunda Eva: María, madre de todos los redimidos.”

En su obra María, Mediadora universal o Soteriología mariana (1946) confiesa:

“Comencé mis estudios con fuertes prevenciones contra la corredención,
pero los textos de san Pablo y de los Padres me condujeron a la más firme convicción de su verdad.”


🔹 Narciso García Garcés, C. M. F. (1904–1989)

Claretiano, doctor en teología por el Angelicum (Roma) con la tesis Mater Coredemptrix (1940).
Fue fundador y presidente de la Sociedad Mariológica Española durante cuarenta años.
Defendió la legitimidad del título Corredentora en sentido teológico, vinculándolo a la maternidad espiritual de María y a su función como Segunda Eva y compañera del Redentor.

Es autor de Títulos y grandezas de María y numerosos artículos en Estudios Marianos.
Participó como perito en el Concilio Vaticano II, donde interpretó Lumen Gentium desde la perspectiva de la mediación mariana subordinada.


🔹 Enrique Llamas, O. C. D. (1926–2017)

Carmelita descalzo y posterior presidente de la Sociedad Mariológica Española.
Su obra más influyente: Cristo y María, único principio de salvación (1964).

En ella sostiene que María cooperó en la redención ofreciendo al Padre el mismo sacrificio de su Hijo,
y por ello puede llamarse Corredentora, no en sentido de igualdad, sino de asociación real y subordinada.
Más tarde reinterpretó esta doctrina a la luz de Redemptoris Mater,
afirmando que María sigue siendo modelo de la cooperación humana en la obra salvífica.


3. Votos y consagraciones por los dogmas marianos en España

La piedad española mostró siempre un amor activo por las definiciones dogmáticas marianas.

  • En 1466, el pueblo de Villalpando (Zamora) hizo voto de defender la Inmaculada Concepción.
    En los siglos posteriores, universidades y ciudades españolas realizaron juramentos similares.
  • En el siglo XX, aparecieron votos parecidos en relación con la Corredención.

Ejemplos:

  1. María Ángela Sanz Tena, clarisa de Salamanca, ofreció su vida por la proclamación del dogma (1949).
  2. San Pedro Poveda, fundador de la Institución Teresiana, hizo voto en 1926 de ofrecer su vida por la definición de la mediación universal; murió mártir en 1936.
  3. En Sevilla, desde 1924, cofradías y hermandades hicieron votos anuales en defensa de la mediación universal, incluso prometiendo “derramar la sangre” si fuese necesario.

4. El Foro Mariano Diocesano de Getafe

Fundado con motivo del centenario de Fátima, tiene como objetivo profundizar en la reflexión teológica y pastoral sobre la corredención.
Publica sus trabajos en la web foromariano.es, que reúne más de 200 artículos.
En una encuesta de 2019, el 62 % de sus miembros afirmó estar dispuesto a “defender con su sangre” la proclamación del dogma de la Virgen Corredentora.


II. Reflexión bíblica sobre la definibilidad

El autor plantea una analogía con Abrahán:
Dios eligió a Abrahán para bendecir a todas las naciones por medio de él.
De modo semejante, ha elegido a María como instrumento para que la bendición llegue al mundo entero.

“Todas las generaciones me llamarán bienaventurada” (Lc 1,48).
Bendecir a María es acoger la bendición de Dios.

La proclamación del dogma, según esta lógica, sería una nueva bendición universal:
al reconocer a María como Corredentora, la Iglesia se abriría a una mayor efusión de gracia.
Negarse a ello, dice el autor, sería privar al pueblo cristiano de una manifestación más plena de la misericordia divina.


III. Conclusión General

1. María, cooperadora singular del Redentor

Dios quiso asociar a la mujer a la obra de la salvación:
Eva participó en la caída; María, en la restauración.

“La primera mujer colaboró en la ruina del mundo; la segunda, en su restauración.”
(San Ireneo, Adversus Haereses, III, 22, 4).

María coopera en la redención como colaboradora libre, subordinada y real.
Su consentimiento en la Encarnación, su maternidad divina, su unión al sacrificio del Hijo y su maternidad espiritual forman un único acto de comunión con Cristo Redentor.


2. Sentido exacto del término Corredentora

Corredentora significa “la que coopera con el Redentor” (cum Redemptore).
No implica paridad ni autonomía, sino participación dependiente en el misterio salvífico.

Cristo es el único Redentor necesario y suficiente.
María lo es por libre designio de Dios, asociada a su Hijo como Madre y discípula.

“Nombrarla Corredentora no disminuye la gloria de Cristo: la realza,
porque muestra hasta dónde llega el poder redentor de Cristo en la criatura que Él mismo elevó.”


3. Conveniencia de una definición dogmática

La proclamación del dogma no añadiría nuevas verdades, pero sí daría plenitud y claridad al papel de María en la historia de la salvación.

Razones principales:

  1. Refuerza la cristología, subrayando que Cristo redime con libertad y amor, no en soledad.
  2. Ilumina la eclesiología, mostrando que toda la Iglesia coopera en la salvación a ejemplo de María.
  3. Profundiza en la espiritualidad, al ofrecer a los fieles el modelo de una cooperación total con la gracia.

4. Dimensión bíblica y espiritual

El autor retoma la comparación con Abrahán:
así como todas las naciones fueron bendecidas en él,
todas las generaciones son llamadas a bendecir a María,
porque en ella el Verbo se hizo carne.

“Bendecir a María es bendecir la obra de Dios;
proclamarla Corredentora es reconocer la plenitud del designio divino.”

Negarse a hacerlo sería, dice el autor,
“una forma de ceguera ante la magnitud del amor redentor de Dios”.


5. Fruto espiritual de la definición

“Cuando la Iglesia proclame el dogma de María Corredentora,
las puertas del cielo se abrirán de par en par para una nueva efusión de gracia.”

El autor ve en esa proclamación una bendición eclesial:

  • Revelaría más plenamente la misericordia divina.
  • Renovaría la fe y la esperanza del pueblo cristiano.
  • Invitaría a todos los fieles a cooperar con Cristo en su propia vida, siguiendo el ejemplo de María.

“El corazón de la Madre late al compás del Corazón del Hijo.
Reconocer su unión corredentora no es elevarla sobre Cristo,
sino dejar que brille con más fuerza la gloria del Redentor en aquella que fue su primera colaboradora.”


Síntesis final

En el plan divino, la redención no fue la obra aislada de un héroe divino,
sino un acto de amor compartido entre el Hijo y su Madre,
para que los hombres comprendieran que la salvación se realiza en comunión.

María es llamada Corredentora no porque redima,
sino porque participa en la redención,
uniendo su corazón maternal al sacrificio de Cristo por el mundo.


Notas teológicas finales

El autor cita a varios teólogos clásicos:

  • José María Bover, S. J., quien afirma que la cooperación de María es “efectiva, aunque subordinada, en el orden de la redención”.
  • Gabriel Roschini, O.S.M., que definió la corredención como “participación formal, pero dependiente, en la satisfacción redentora de Cristo”.
  • Narciso García Garcés, C.M.F., que subraya la unidad de intención entre Cristo y su Madre:

“Ambos ofrecen el mismo sacrificio, uno como Redentor, la otra como Madre asociada al Redentor.”


Conclusión global

Proclamar a María como Corredentora no sería una exaltación exagerada,
sino la expresión suprema de la verdad evangélica de la cooperación en la gracia.

Porque si Cristo quiso salvarnos con María,
también quiere que nosotros aprendamos de ella a colaborar libremente con el amor redentor de Dios.

 


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